miércoles, 9 de marzo de 2016

EXPERIENCIA EN EL VOLUNTARIADO

Mi experiencia como monitora educativa con niños tan pequeños ha sido reveladora. Hasta ahora nunca había tenido un trato tan constante con niños tan pequeños. Como es normal para alguien de mi edad, me relaciono con chicos y chicas de edad similar; además, mis primos también son adolescentes por lo que para mi ha sido muy novedoso. Mis expectativas estaban puestas en un trabajo más educativo, es decir, yo creía que me limitaría a ayudarles con sus asignaturas, con los deberes, con los exámenes, etc. Era como invertir el papel de mi vida cotidiana: yo me ponía en la situación de educador, y no de alumna.

Al mismo tiempo que he ejercido como educadora, esta experiencia me ha servido para tomar un contacto directo con mis experiencias en la niñez: qué fácilmente se distrae uno, cuánto aprecia la atención ajena (aún a costa de alguna regañina), las ganas de reír a propósito de cualquier cosa....

El hecho de ser más mayor me ha servido para apreciar la agilidad mental de muchos de ellos, los enormes esfuerzos para aprenderse los contenidos y sus dificultades en distintas materias. Uno ve con claridad que todos somos distintos y consecuentemente tenemos necesidades completamente distintas.

En un principio me resultaba difícil poder llegar a ellos en el sentido de que quería que mi tiempo con ellos fuese realmente de utilidad, pero poco a poco fui cogiendo el manejo de la situación y hacerme con la dinámica para poder ayudar de la forma adecuada a cada uno de ellos. No obstante, no todo ha sido puramente didáctico; también hemos tenido momentos de ocio. Cuando habían acabado sus tareas y no había más actividades dedicábamos el tiempo a conocernos un poco más, a relajarnos. 

Obviamente ha habido niños con los que he tenido más afinidad. Lucía, Yanira y Laura eran algunas de las niñas con las que más a gusto me he sentido y con las que más me ha tocado trabajar.
Por otro lado, también hemos tenido ocasión de pasar algunos ratos con los más pequeños, los de tres años. Me sentía como una madre enseñando a sus hijos a estar sentados en silencio mientras se escucha, a respetar el turno de palabra etc.

En resumen, ha sido una experiencia bastante enriquecedora, en la que he aprendido yo también mucho. Esencialmente he aprendido a ser paciente con los niños, a sacar lo mejor de ellos mediante el estímulo adecuado y a disfrutar de sus ocurrencias. El ser un poco "profesor" puede ser exigente, pero también muy gratificante.



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