Durante este tercer trimestre Carmen, Trini, Fani, Alba y yo, hemos estado acudiendo a la residencia "El Refugio" que se encuentra situada en el Callejón del Pretorio, junto al colegio Escolapios. En este lugar, al igual que el trimestre pasado, hemos estado proporcionando apoyo y principalmente compañía a ancianas en su mayoría de muy avanzada edad. Además, éstas últimas, residen en una de las áreas más complicadas ya que se encuentran peor de salud que el resto, por lo que en ocasiones ha sido muy duro ver como la mayoría de estas personas mayores sufrían dificultades de todo tipo. Estas vetustas no están afectadas por ningún tipo de discapacidad psíquica, a diferencia de los jóvenes del centro de las Hermanas Hospitalarias al que acudíamos como voluntarias en el primer trimestre.
Las ancianas son llevadas, en su mayoría, para residir a este centro por multitud de razones, como pueden ser; la falta de tiempo para dedicarles todo el tiempo que necesiten, carencia de compañía, etc. La mayor parte del tiempo la hemos pasado como monitoras de las asistentas encargadas de la atención y cuidado de cada una de estas mujeres.
La residencia está estructurada en una única planta, de manera que no se dificulte la entrada a ningún lugar y sea lo más accesible posible para evitar accidentes. Cuenta a la entrada con unos grandes jardines, terreno con cultivos y una gran terraza donde las ancianas pueden salir a tomar el aire y estar resguardadas del sol bajo una especie de toldo. En la sala donde se encuentran las vetustas a las que hemos estado visitando cada jueves por la tarde, permanece al final de un largo pasillo, en una sala con un gran Cristo como figura predominante, ya que se trata de una residencia religiosa. La mayoría de ellas se encuentran sentadas como en una especie de círculo, sobre sus sillas de ruedas o incluso en las numerosas banquetas situadas a lo largo de toda la sala.
En definitiva podríamos decir que "El Refugio" está organizado en función de las necesidades principales y el estado de salud de cada una de las residentes de dicho lugar.
Nuestra función consiste básicamente en hacerles compañía y charlar con ellas sobre muy diversos temas (desde cuáles eran sus grandes aspiraciones cuando eran pequeñas hasta cómo se vivió en España durante la época de Franco). La mayoría de las ocasiones, aprovechábamos para sacarlas un rato a la terraza porque nadie suele llevarlas fuera a que les dé un poco el aire. En caso de que no quisieran, las conducíamos hacia dentro para caminar por el largo pasillo que recorre toda la residencia y animarlas a que caminen un rato.
-Punto de vista subjetivo:
Respecto al voluntariado del trimestre anterior, el de esta evaluación ha sido completamente diferente. Además de haber sido bastante más dinámico, hemos estado ayudando únicamente a ancianas que presentaban el mismo tipo de problema ,mientras que en la Asociación Almanjáyar en Familia (ALFA), que tiene su sede en la Parroquia Jesús Obrero, fueron generalmente niños de edades comprendidas entre los 3 y los 8 años, y cada día llevábamos a cabo actividades de aspecto más monótono y similares.
Por otro lado, entre el grupo de ancianas con las que he pasado mayor tiempo y he compartido más conversaciones son Encarna, María, María del Mar, Antonia,etc de las cuales María del Mar ha sido con la que más he disfrutado sin duda. Además de ser una mujer de lo más simpática y charlatana, he aprendido muchísimo de ella, como con comprensión y de una forma más interactiva se puede motivar y animar a las personas de su edad. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que ambas fuimos aproximadamente con la misma edad al mismo colegio, la Compañía de María, que en aquellos tiempos era un internado únicamente ambientado para mujeres y en el cual se lleva actualmente el mismo uniforme que hace cerca de 60 años cuando ella estuvo estudiando.
Hemos pasado momentos muy divertidos, como aquella vez en la que estábamos todas en la terraza charlando con todas las ancianas que se encontraban allí y un hombre llegó y se acercó a Encarna preguntándola que si sabía quien era, y ella respondió que era un negruzco (un hombre de piel muy oscura) y era su propio hijo.
En general creo que con nuestra pequeña ayuda en esta residencia, cada una de las ancianas con las que hemos tenido la oportunidad de estar, han podido recibir toda la atención comunicativa que necesitan ya que, en ocasiones, hay tantas ancianas internadas que las asistentas no dan abasto y no pueden entretenerse a charlar con cada una de las allí presentes. De esta forma todo ha sido mucho más organizado y personalizado.
- Opinión personal:
Mi experiencia como voluntaria en este lugar creo que ha sido muy elocuente, ya que hasta el momento no había realizado ningún tipo de ayuda con ancianas. El tiempo que hemos dedicado a este proyecto opino que no solo les ha beneficiado a ellas, sino también a nosotras ya que gracias a ello hemos tenido la enorme oportunidad de aprender muchas cosas, en especial como era la vida antes de nuestra existencia.
Pero por su parte, considero que hemos realizado una buena labor y en la medida de lo posible las hemos hecho compañía y las hemos prestado atención, que creo que es una de las cosas que más echan en falta al encontrarse la mayoría lejos de sus familiares y seres queridos, e incluso de sus hogares.
Éste último trimestre ha finalizado prácticamente, y con él esta experiencia ha llegado a su fin. Nunca me habría imaginado cómo se trabaja realmente en estos voluntariados de apoyo social, pero creo que es algo que todo el mundo debería experimentar al menos una vez en su vida.
Te permite abrir mucho los ojos y darte cuenta de las necesidades y la falta de ayuda que sufren muchos organismos sin irnos muy lejos, en nuestra propia ciudad. Además creo que te cambia en el sentido de que prestas mucha más atención a cualquier forma solidaria de ayudar a estos grupos sociales que se encuentran algo más excluidos en el mundo actual y que realmente necesitan gente que esté dispuesta a echar una mano.
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